Frecuentemente asociamos la posesión de
unas altas capacidades intelectuales al éxito académico. Sin embargo, esto está muy lejos de ser realidad. Los alumnos con
altas capacidades intelectuales pueden corresponderse con casos de fracaso
escolar debido a una atención educativa
deficitaria. En este marco, el Comité Económico y Social de la Unión
Europea señala que "El perfil de
alta capacidad no debe ser entendido como una situación estática sino
como un potencial que, para ser
desplegado, requiere ser detectado, reconocido y atendido por la sociedad ya
que, en caso contrario, puede perderse”.
De los estudios
consultados, cabe destacar que alrededor del 30 al 40% de los alumnos con altas
capacidades no alcanza el
rendimiento académico esperado y aproximadamente la mitad de los niños
superdotados españoles no llegan a la universidad debido a que no encuentran un
sistema adaptado a sus necesidades.
En este sentido, Jiménez
Fernández y Álvarez González (1997, 295) apuntan que los alumnos que poseen
altas capacidades pero que no logran un desarrollo ni académico ni personal
adecuado, son sujetos que son emocionalmente inestables, con poca
perseverancia, incapaces de ponerse metas futuras, etc. Algo que ya señalaba
Low Endean (1979), cuando advertía que los alumnos de CI general elevado
presentan tres clases de trastornos (en Rayo Lombardo, 2001. 58-59):
“a) Problemas de comportamiento que las autoridades escolares
apenas logran controlar y que se manifiestan bajo diversas formas, desde
payasadas hasta la conducta agresiva e incluso destructiva.
b) Actuaciones por debajo de su nivel o incluso malos
resultados para los superdotados tranquilos y agrupados a los que sólo los
tests permiten identificar. Se comprueba entonces el inmenso abismo que separa
su potencial de sus actuaciones.
c) Una incapacidad de aprendizaje específica para alumnos
superiormente brillantes en muchas materias pero que, por haber presentado
durante la primera infancia una dislexia o alguna otra dificultad, sólo han
atraído el interés por su afección y no por sus capacidades excepcionales.
Basta, según parece, con ayudarles durante algunos meses para que muchos de
ellos evolucionen de un modo satisfactorio”.
Estos alumnos, que con
mayor frecuencia provienen de las clases socialmente bajas, suelen pasar de
forma muy discreta por el ámbito académico. Jiménez Fernández (2010) señala las
características que presentan los alumnos con mal rendimiento:
·
CI por encima de 130-140 en los test de
Stanford-Binet o el WISC-R.
·
Presentan un rendimiento académico
insatisfactorio.
·
Hablan bien, pero su expresión escrita es
pobre.
·
Baja autoestima y muy crítico.
·
Se muestra contrario a la escuela.
·
Su humor no es entendido por el resto de sus
compañeros.
·
Emocionalmente inestable.
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Aquí os dejo un vídeo en el que se amplia lo comentado: